México en mi corazón

imageAtesoro un pedazo de México. Pensar que desde aquí rodé por primera vez mi maleta, surqué el Océano Pacifico en un barco carguero, me adentré en la selva, recorrí el Amazonas y no paré hasta llegar al Fin del Mundo. Aquí, me convertí en una trotamundos. En estas tierras nacieron proyectos maravillosos, he conocido personas increíbles, amé profundamente. He aprendido y desaprendido muchas cosas. Continue reading

Pluma Hidalgo

Pluma hidalgo
Amo el café. Siempre ando probando variedades y buscando sabores nuevos; su aroma me promete tanto. Soy meticulosa. Lo preparo pensando en que beberlo es una fiesta, lo hago con cuidado, con ritos, con infinitas obsesiones. Lo confieso, viajo con mi Moka, y si podría, llevaría siempre conmigo mi tacita con platillo, una monada en miniatura donde entra la cantidad exacta de un buen ristretto. En Pluma Hidalgo el olor a café encandila los sentidos, huele a café por doquier, el aroma se impregna en los poros.

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Oaxaca Tierra de Nubes

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En un autobus de Líneas Aztecas comenzó nuestra aventura en la Tierra de las Nubes. Y como reza el refrán «a falta de pan, cazabe». El plan A consistía en salir del aeropuerto con un auto de renta derechito a San José del Pacífico y una vez allí, dejarse sorprender. Y como son las cosas 5 años después de regresar a Oaxaca advertimos que muchas cosas no habían cambiado pero todo se había encarecido, el costo del seguro del auto era excesivo (ojo solo nos ha sucedido en Oaxaca) así que sin perder mucho tiempo, optamos por el plan B: trasladarnos en autobuses de manera cómoda y económica y un vez en la cima, ¡sorpresas! Mochilas al hombro y a desandar loma arriba. Aventura es aventura. Al final movernos es autobuses resultó lo más acertado. Hay varias líneas que salen de Oaxaca hasta Pochutla, por lo que trasladarse de un pueblo a otro es fácil y económico, ya sea tomando las camionetas locales por 7 pesos o los bicitaxis para hacer el trayecto más divertido.
Rentamos una cabaña preciosa en la ladera con una vista espectacular a las montañas, rodeado de flores y variedad de aves. El hotel La Puesta del Sol, está a unos 500 metros del pueblo, es muy confortable y acogedor y para los servicios que ofrecen (agua caliente, chimenea, una carga de leña diaria y buen trato) 500 MN pesos por las cabañas suites es un precio excelente. El pueblo es pequeño, la gente es amable y está acostumbrada a tratar con turistas. Aunque hubo momentos en lo que me sientia en otro país, pues los pobladores hablan en dialecto, de repente, estallan en risas por cosas incomprensibles y como si temieran que le leyeras el alma, cuando los ojos se encuentran bajan la mirada. La gente es servicial, los jovenzuelos un poco naif. A pie de calle las ollas humeantes expiden olores deliciosos, aromas que invitan. La comida es deliciosa. Con los indígenas solo hay un dilema, cuando se trata de dar información el tema se pone peliagudo. Básicamente no puedes preguntar por una dirección, porque nunca dicen que No y cuando no saben te mandan a diez leguas, por otro lado, la categoría tiempo o bien no existe o es muy dilatada. Me explico: 5 km a pie son 20 minutos, 500 mts loma arriba puede ser una hora. La derecha es izquierda y viceversa «pa’ lla», ahí, «delantito», «despuesito de» puede indicar, ir derecho, lo que está ahí justo en tus narices o detrás de la loma a poco menos de 2 km. Es muy divertido ya que nunca sabes con certeza que piensan y es caso imposible seguir su lógica. Y aquí arriba todo se percibe diferente. A 2 500 metros una se siente en las nubes. Está sobre las nubes, es como abocarse sobre los picos más altos, descubrir entre la neblina espesa la silueta de los pinos colosales que resaltan en la prístina y exuberante vegetación, inmortalizar fotográficamente esas arrobadoras vistas de las montañas que como cascadas descienden hasta al mar. Ahora, el frío es cortante. La chimenea ya está encendida. Un manto de niebla lo cubre todo apenas hay visibilidad. Mañana otro día excursión. Próximo destino ¡Pluma Hidalgo!